Eran los días leves del otoño
cuando las tardes forjaban su presencia
entre el olor a humo de tabaco
y un sinfín de sueños expectantes
empujados entre libros silenciosos.
Tu mirada se encontraba con la mía
como besos medio ocultos
desnudándose en el iris por segundos,
y la voz de las palabras aún no dichas
irrumpía, sin remedio, como irrumpe
en la noche la mañana deseada.
Las paredes recordaron los encuentros
en rincones confortables de los patios.
En las aulas se quedaron atrapadas
nuestras sombras para siempre y las cartas
donde el labio se hizo letra.
Aún te siento en las noches, tras tu cuerpo,
como aquella adolescente soñadora,
y, aunque el aire del tiempo nos empuje
y nos tiemblen las manos como niños
si el espejo insidioso nos delata,
algo nuestro fundido permanece
indeleble en los días que se fueron,
y presiento -distinta tu mirada,
tus palabras y tus gestos-
en tus manos y en tu boca,
en tu olor y en tu silencio,
algo intacto que perdura en tu presencia
donde siempre que busco yo te encuentro.
(Del libro “LA ESENCIA HALLADA”. Registro
de la Propiedad Intelectual de Andalucía nº MA-1010/05)
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