jueves, 12 de julio de 2007

ERAN LOS DÍAS LEVES

(A Juan Manuel)



Eran los días leves del otoño

cuando las tardes forjaban su presencia

entre el olor a humo de tabaco

y un sinfín de sueños expectantes

empujados entre libros silenciosos.



Tu mirada se encontraba con la mía

como besos medio ocultos

desnudándose en el iris por segundos,

y la voz de las palabras aún no dichas

irrumpía, sin remedio, como irrumpe

en la noche la mañana deseada.



Las paredes recordaron los encuentros

en rincones confortables de los patios.

En las aulas se quedaron atrapadas

nuestras sombras para siempre y las cartas

donde el labio se hizo letra.



Aún te siento en las noches, tras tu cuerpo,

como aquella adolescente soñadora,

y, aunque el aire del tiempo nos empuje

y nos tiemblen las manos como niños

si el espejo insidioso nos delata,

algo nuestro fundido permanece

indeleble en los días que se fueron,

y presiento -distinta tu mirada,

tus palabras y tus gestos-

en tus manos y en tu boca,

en tu olor y en tu silencio,

algo intacto que perdura en tu presencia

donde siempre que busco yo te encuentro.



(Del libro “LA ESENCIA HALLADA”. Registro
de la Propiedad Intelectual de Andalucía nº MA-1010/05)

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